MUGARRA

03/08/2013 

Altura: 964m.

(Bizkaia)





Por fin acometemos la ascensión a otro monte bizkaino, esta vez será el Mugarra.

Hemos echado una ojeada en internet a las posibles rutas y decidimos salir desde Mañaria, en lo que parece un recorrido relativamente fácil. Dejamos el coche justo en el centro del pueblo, ya que, como de costumbre, he dejado de leer, antes de tiempo, las cutres instrucciones que llevamos, y podríamos haberlo aparcado un km. más arriba. Por cierto, este ha sido el tramo más puñetero, llanear, llaneo lo que me echen por delante, pero las subidas son otro cantar, después de haber maltratado mis pulmones durante muchos, muchos  años, con nicotina, una hace lo que puede.

Salimos desde una pista lateral de la Iglesia, más menos a las 10:30, ascendiendo por encima de la vaguada de Aldebaraieta, entre caseríos. En mi espalda: mi compañera inseparable desde hace un año, la  Nikon D3100, en la espalda de mi pareja de baile en estas lides: un par de cantimploras, una empanadilla de atún, dos hermosos bokatas de paleta ibérica, por aquello de reponer fuerzas, y un par de bastones.

En el ascenso cogemos por error un sendero a mano dcha, que nos lleva a la cantera de Mañaria, y tenemos que volver, sobre nuestros pasos, para retomar el camino. Nuestro rudimentario "gps" basado en altas dosis de intuición nos ha fallado, ocasionándonos la pérdida de media hora, más o menos, que tranquilamente podrían haber sido dos, ya que parecen haberse concentrado todas las mariposas del mundo aquí, que con sus revoltosos vuelos y elaboradas piruetas, me atraen, pero me retraigo de seguir disparando, pues siento todo el peso de la airada, impaciente e inquisitiva mirada de mi acompañante.

En este punto, y habiendo visto la cantera, habría que hacer una reflexión al respecto, y buscar una solución racional, pues se está mutilando parte de la cresta oriental, tal y como se ve en la imagen extraída de google maps.



En el buen camino, de nuevo, sufrimos el asedio y acoso de los persistentes e implacables tábanos, uno de ellos incluso logra su objetivo y  perfora mi rodilla izda.



En este subida continua de incómoda grava, y carente de suelo no inclinado, que pone a prueba las más aguerridas piernas, un par de Pieris Brasiccae, o eso creo, me distraen. A través del objetivo, observo que las muy granujas están a la sombra, charlando tranquilamente, y ni mi presencia las incomoda. Resulta muy curioso ser testigo del comadreo que se traen.




Me tomo mi tiempo, disfruto del paisaje y de los pequeños regalos con que naturaleza.nos sorprende, no hay prisa ...


Clavel de pastor.
A medida que vamos ascendiendo, el inmenso pedrusco va asomando, cuan impresionante queso de gruyere, reconvertido en  cómodas viviendas de multitud de buitres, y todo tipo de aves alpinas.




Las vistas son magníficas, por delante el collado de Mugarrikolanda, a la izda el rocoso Mugarra, a la dcha Artatzagan, y a nuestra espalda: Untzillatx, Kanpantorreta Amboto. Urkiolamendi y Udalatx emergiendo al fondo.

Kanpantorreta, Untzillatx, Urkiolamendi, Anboto y Udalatx.
No puedo evitar la rabia que siento, cuando al hacer zoom, veo la cantera a los pies de Untzillatx, y maldigo el día en que alguien decidió que se necesitaba roca de alguno de estos magníficos colosos.

Untzillatz
Una vez en Mugarrikolanda, seguimos el cartel indicador, y ascendemos por una verde ladera donde pastan las vacas, muy, pero que muy inclinada, que recuerda al Gorbea, cuando parece que la cruz se aleja, en lugar de estar más cerca. Nos aproximamos a  la arista, y a las ansiadas marcas de pintura, que las hay. A estas alturas ya no siento las piernas. Esta parte es más seria, no hay tiempo de lamentaciones, y cuan ágiles y gráciles cabras montesas, vamos ascendiendo por los peñascos, a la sombra de los hayedos, y dando un pequeño rodeo hacia el oeste. A las 12:15 hacemos cima.

Mugarra y de fondo Artatzagan
Y por supuesto dejamos constancia de nuestra "epopeya" en el buzón.


Ya es hora de dar cuenta del bokata, el esfuerzo lo ha merecido, y mientras estamos en ello, los buitres hacen acrobacias y aterrizan en las cuevas que quedan por debajo nuestro, en la pared sur, de más de 300m. de caída ¿Qué más se puede pedir?.


Pues, por pedir ... un par de Chovas piquigualdas, algo mosqueadas, por tener intrusos en su hogar, y que estuvieron haciendo alarde de como se aterriza con estilo, en la cima.

Mugarra
Cima del Mugarra y Udalaitz de fondo.

" Las huellas de las personas que caminaron juntas 
jamás se borran, permanecen para siempre"

Después de una estupenda hora dedicada a la vida contemplativa a 964 m, comenzamos a descender, sobre las 13:30, un poco "aconjogados", porque hay algún tramo de piedras feo, pero no hay problemas, parecía más difícil.


De nuevo en Mugarrikolanda, y esquivando multitud de llamativos cardos azules que cubren el suelo, decidimos acercarnos a las paredes verticales de la cara sur del Mugarra, para ver las oquedades, más de cerca.


Nuevamente, las vistas te dejan sin aire, a pesar de haberlo por doquier.


Pasamos otra larga hora contemplando las cuevas, y el incesante ir y venir de los buitres, atendiendo a sus crías, esta vez desde abajo.


Un cartel dictamina que está prohibida o restringida la escalada en según qué zona de estas paredes, para no perturbar la nidificación de las aves, así que procuremos respetar este entorno, que merece la pena.





2 comentarios:

  1. Hermosas fotos! Las dos mariposas charlando! Las vistas! Y un relato estupendo!

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